Lamentablemente muy cerca de nuestras fronteras europeas se está produciendo la guerra entre Rusia y Ucrania en la que cada día se pierden miles de vidas inocentes. Sin duda, una deplorable situación humanitaria que ha impactado en la vida de todos nosotros, sobre todo en generaciones como la mía, que nunca antes habíamos vivido tan de cerca una guerra.
Para manifestar su disconformidad y apoyo a Ucrania, la Comunidad Europea y Estados Unidos han emitido diversas sanciones hacia Rusia, que no van a dejar indiferentes a nuestra economía. Todo ello, tiene un impacto evidente sobre la seguridad jurídica de nuestros clientes que mantienen relaciones con Rusia, respecto si es posible o no seguir manteniendo sus operaciones como hasta ahora.
La exclusión de algunos bancos rusos del sistema de pagos SWIFT así como, el congelamiento de los bienes de los principales bancos, el cierre por la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá de su espacio aéreo con Moscú y el efecto de las penalizaciones internacionales, con el desplome del rublo, afecta directamente a todo el comercio de importación y exportación. Claramente, dicho conflicto bélico repercute directamente en un riesgo reputacional y financiero demasiado alto para aquellas empresas que decidan seguir en Rusia. Además, el conflicto ya ha empezado a entorpecer la logística de las exportaciones e importaciones en Rusia y junto con el temor de las repercusiones económicas, muchas empresas se han replanteado la viabilidad de sus contratos presentes y futuros con operadores rusos.
La actuación de Rusia ha generado un rechazo generalizado hacia todo lo ruso. Las firmas más relevantes de diversos sectores como Apple, Nike, IKEA, Mango, Volkswagen, Toyota, Inditex, Accenture, Apple, H&M, Disney, Netflix, Volvo, Daimler, las navieras MSC, el gigante Maersk e incluso despachos de abogados y las Big Four han abandonado Rusia. Una nueva corriente de empoderamiento del sector privado, que cada vez más voces califican como de diplomacia capitalista en el que las empresas están optando por romper todos sus lazos con Rusia y manifestar así su disconformidad con la situación e imponer sus propias sanciones comerciales al país euroasiático.
Entre esas empresas también se encuentran afectados nuestros clientes, quienes ya nos han planteado qué hacer en estos momentos. En primer lugar, cabe destacar la famosa cláusula de fuerza mayor, en la que en este momento aplica indudablemente al tratarse de un conflicto bélico y sobre la cual la Cámara de Comercio e Industria de Ucrania ya ha hecho expreso manifiesto al considerar que la ley marcial impuesta el pasado 24 de febrero de 2022 por el gobierno ucraniano, evidencia las circunstancias de fuerza mayor fruto de la guerra. Dicha cláusula se encuentra expresamente reconocida en el artículo 1.105 de nuestro Código Civil y nos permite resolver o suspender la ejecución del contrato cuando se originan situaciones incontrolables e inevitables que se extralimitan de la voluntad y dominio de las partes. Gracias a su aplicación, se excluye la responsabilidad de la parte incumplidora por imposibilidad material del cumplimento del contrato y por ello en situaciones como la guerra entre Rusia y Ucrania nuestros clientes pueden dejar de operar en el país ruso gracias a dicha previsión legal.
Es preciso señalar, que podemos acudir al amparo de la fuerza mayor a pesar de no encontrarse especificada contractualmente. Sin embargo, siempre recomendamos establecer su regulación, para así asegurar por acuerdo de las partes los efectos de la misma e incluso valorar supuestos de no aplicación como cabría entender en supuestos de seguros. Excepción claramente no aplicable en caso de conflicto bélico, ya que es la situación ejemplar más extrema, clara y evidente de fuerza mayor.
Cabe tener en cuenta que la situación actual conllevaba demasiada incertidumbre como para plantear seguir operando en Rusia. Entre otros motivos y los ya mencionados, los exportadores e importadores no van a poder garantizar la salida o llegada de sus bienes y servicios como consecuencia de la suspensión de vuelos, conexiones marítimas y terrestres. Asimismo, el estado ruso ya ha decretado un corralito y limita la retirada de dinero en efectivo. Sin olvidar, el poder coercitivo que es capaz de ejercer el propio Kremlin sobre sus ciudadanos y empresas.
En conclusión, aquellos interesados en mantener relaciones con Rusia deberán estar muy atentos a la normativa que vaya surgiendo y comprobar que su actividad respeta y cumple con las directrices de las sanciones impuestas por la Comunidad Europea para que su actividad no pueda considerarse ilícita. Hasta el momento, las directivas europeas han dirigido las restricciones hacia los productos de doble uso, es decir, aquellos bienes que pueden destinarse tanto a uso civil como militar, pero visto la acalorada situación del conflicto y la rapidez en sancionar con la que está actuando toda la comunidad internacional es previsible que surjan nuevas regulaciones que puedan afectar a su negocio. Por ello, es evidente que los riesgos de un potencial daño reputacional y la palpable incertidumbre en seguridad jurídica y económica son tan elevados, que es comprensible que las grandes empresas hayan decidido dar la espalda a Rusia.
Finalmente, desde Torralba Bertolin Abogados queremos manifestar todo nuestro apoyo a aquellas empresas afectadas por la guerra y les invitamos a resolver cualquier duda al respecto con nuestro equipo.
Andrea Garreta
El presente artículo contiene información de carácter general, cuya finalidad es meramente divulgativa. En ningún caso podrá considerarse asesoramiento legal o recomendación jurídica. Para cualquier tipo de asesoramiento legal póngase en contacto con nosotros en: abogados@torralbabertolin.com
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TORRALBA BERTOLIN ABOGADOS socio fundador de ACUTA
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